Magia


 Hace un tiempo, estaba sentada con mis hijos en el jardín en ese momento tan especial, cuando el día comienza a irse para darle lugar a la noche. Esa hora mágica, donde la claridad del sol que se oculta nos deja ver aún la silueta de todo lo que nos rodea, envuelto en un reflejo dorado. 

Hablábamos, y en esa charla descubrimos que los tres habíamos visto, alguna vez, una figura pequeña, que volaba cercana al árbol de palta. Supongo que fue una imagen fugaz, pero no pudimos dejar de sorprendernos y fantasear con la posibilidad de que alguien del reino de las hadas habitara nuestro jardín.

Fue en ese momento, cuando uno de mis hijos dijo algo que viene a mi todo el tiempo: "si fuéramos capaces de apreciar las maravillas del mundo que nos rodea no sería necesario pensar en hadas para ver algo fantástico".

Sin duda, nuestro mundo, aún en el pequeño espacio de un jardín, es sorprendente y maravilloso. Y acá estamos, día a día, desde el taller, confirmándolo.

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